Cuando dejamos de estar en contacto con el Señor, cuando no oramos y no leemos su palabra, perdemos la dirección y empezamos a tropezar, tomamos decisiones equivocadas, nos salimos de la cobertura y la protección de nuestro Padre.
No permitamos que nuestra naturaleza pecaminosa nos aleje de Dios, dejemos que Él sea nuestro guía, renovemos nuestra relación con Él.
El Señor siempre, va a tener sus brazos abiertos para recibirnos cuando nos arrepentimos y volvemos a sus caminos.